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Victor Frankl es el "hombre en busca de sentido"



“A los demás de nosotros, al mediocre y al indiferente, se les podrían aplicar las palabras de Bismarck: La vida es como visitar al dentista. Se piensa siempre que lo peor está por venir, cuando en realidad ya ha pasado. Parafraseando este pensamiento, podríamos decir que muchos de los prisioneros del campo de concentración creyeron que la oportunidad de vivir ya les había pasado y, sin embargo, la realidad es que representó una oportunidad y un desafío: que o bien se puede convertir la experiencia en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar como hicieron la mayoría de los prisioneros”.


El testimonio vital de Victor E. Frankl demuestra la capacidad del ser humano para sobreponerse a las condiciones más humillantes; que, a pesar de las limitaciones inhumanas de un campo de concentración, su libertad prevale y por lo tanto su conducta ante la tragedia:


“¿Es cierta la teoría que nos enseña que el hombre no es más que el producto de muchos factores ambientales condicionantes, sean de naturaleza biológica, psicológica o sociológica? ¿El hombre es solo un producto accidental de dichos factores? Y lo que es más importante, ¿las elecciones de los prisioneros ante el mundo singular de un campo de concentración son una prueba de que el hombre no puede escapar a la influencia de lo que le rodea? ¿Es que frente a tales circunstancias no tiene posibilidad de elección?


Podemos contestar a todas estas preguntas en base a las experiencias y también con arreglo a los principios. Las experiencias de la vida en un campo demuestran que el hombre tiene capacidad de elección.

"El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física"

Estas palabras de Victor E. Frankl, extraídas de su mundialmente reconocida obra “EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO”, nos introducen en la clave de su pensamiento: entre el estímulo y la respuesta, entre la acción y la reacción, existe un espacio íntimo, un lugar inviolable del que soy dueño y en el que reside mi capacidad para elegir una respuesta, mi libertad interior. Nadie puede quitármela. En ella encuentro intacta mi identidad: quien soy, mis fortalezas, mis debilidades, mis valores, mis creencias. Este es el paradigma sobre el que basamos nuestra capacidad de actuar (voluntad) y nuestra capacidad de crear (inteligencia).



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