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Jorge Morillo: el hombre del corazón lleno



Después de treinta y cuatro años de entrega, con el cuerpo desgastado y apenas con apoyo institucional, Jorge Morillo recogió los bártulos.


Ha sido él consigo mismo, porque EDUCAR EN LA CALLE, su ONG, sólo era él atendiendo a los más pobres de entre los pobres de la ciudad de Sevilla y su provincia; las barriadas a las que nadie quiere ir, por miedo o por asco: Tres Mil Viviendas, El Vacie (el asentamiento chabolista más antiguo de Europa), Torreblanca, la parroquia Divino Salvador de Dos Hermanas y San Juan de Aznalfarache.


Agredido y amenazado de muerte, siguió adelante:

—¿Cómo venció el miedo?

Con cuatro cosas. Primera, la humildad. Con ella llegas a todos los sitios, incluso a ver al Papa, aunque sea una décima de segundo. Confío en el Señor y en su Madre. Yo les digo el jefe y la jefa, igual que al demonio le digo el feo.

—¿Y las otras tres?

La paciencia; la valentía, el Rey me entregó la cruz del Mérito Civil por salvar a un hombre que se intentó suicidar tirándose al río. Y la cuarta, el amor, que no es más que hacer las cosas a cambio de nada.


La idea de este trabajador social —a él le gusta llamarse “educador de calle”— y exjugador del Betis, era entre brillante y arriesgada: recorrer las entrañas de los arrabales para encontrarse con los chavales, enseñarles a jugar al futbol y darles la comida que conseguía en el banco de alimentos de Sevilla.


Sin embargo, Morillo quería más y les enseñaba disciplina, superación personal, compañerismo, trabajo en equipo y sobre todo el respeto y la dignidad que se merecían.

Con sesenta y un años a las espaldas, el testimonio de bondad de este “misionero del futbol”, —vestido siempre con el chándal y los colores del Betis—, quedará en la memoria de centenares de críos estigmatizados. Será, quizás, la única palanca que les ayude a salir del infierno de la marginación.


Su vida ha sido grabada en una película documental bajo el título “Jesucristo vive”, dirigida por Francisco Campos Barba. En ella, le vemos en acción durante los últimos diez años. Además, cuenta con la presencia de otros personajes que retratan su figura como Joaquín, o Rafael Gordillo, jugadores del Betis, el presidente del Sevilla, José maría del Nido, el del Cádiz, Manuel Vizcaíno, el actual director del ballet Nacional de España y el cardenal y arzobispo de Madrid Carlos Osoro, entre otros.



Nos encontramos ante alguien que no ha justificado su indolencia para no hacer lo que su conciencia le exigía.

No ha esperado a que otros hicieran algo. Ha tirado por la calle de en medio con un corazón lleno. Jorge Morillo, ya lo ha dicho él, estará siempre sirviendo a los más pobres, incluidos aquellos que creen tenerlo todo. Y no estará solo, le acompañará su fe inquebrantable, la fe en Aquel que, como el mismo decía cuando entregaba balones, juguetes o comida, es el que reparte el bacalao.

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