Guardo en mi memoria aquella cita tan inspiradora que decía, si la vida te da un limón, hazte una limonada. Lo que viene a decir que, de cualquier acontecimiento de la vida —por más ácido y agrío que este sea—, puedo obtener algo valioso. ¿Cómo?
La clave está en el proceso de transformación del limón en limonada. Un proceso que, de forma inconsciente, realizo habitualmente por medio de 3 importantes preguntas:
1. ¿Dónde pongo mi foco de atención?: ¿En el problema o en la búsqueda activa de la solución? ¿En las circunstancias externas o en el cultivo abundante e intensivo de mi vida interior? ¿En lo que temo o en lo que me fortalece?
2. ¿Qué sentido tiene para mí?: ¿Me capacita y libera o me hunde? ¿Qué emociones provoca en mí?
3. ¿Qué decido hacer al respecto?: Al final se trata de evaluar la calidad de mis acciones; ¿qué he obtenido, limonada o vinagre? ¿Es de buena calidad o mediocre?
El desafío de la vida consiste en tomar las riendas de estas preguntas y en comprometerme con las respuestas. Si no, mi mente fuera de control —“la loca de la casa”, como diría Santa Teresa— se encargará, ella sola, del proceso.
Shannon se hizo estas mismas preguntas y sus correspondientes respuestas. Una adolescente de quince años… ¡con parálisis cerebral! ¡Eso si que es un limón grande y amargo! Veamos lo que nos cuenta. Atención al video, es de oro.
A mí, muchas veces me hubiera gustado tener su misma actitud ante el dolor y el sufrimiento. Aún más, la altura de su testimonio enmarca la pequeñez de mis quejas, irrelevantes y mezquinas: que si llueve…, que si el día está gris…, que si este me ha dicho…, que si el otro me ha contestado…, ¡qué peñazo…! ¡qué desagradable…! ¡no lo soporto…! Un sinfín de quejas o culpas que, si las dejara en libertad, si les diera permiso… ¡podrían colorear de gris oscuro el cuadro de mi vida!
Shannon me enamora con su entusiasmo y sus ganas de vivir. No se engaña a sí misma ocultando sus dificultades. Las reconoce, las acepta, pero no pierde el tiempo rumiando sus limitaciones. Al contrario, afirma rotunda:
“A pesar de que en este momento las cosas son difíciles para mí, me centro en todas las cosas que me hacen feliz y en lo que puedo hacer”.
Ella encarna su propio mensaje y me interpela: “Esta es mi vida y elijo sacar lo mejor de ella”. ¿Y la mía…? ¿Cómo veo mi vida? Más allá de las quejas razonables… ¿Qué tendría que cambiar DENTRO DE MI para verla igual que Shannon, luminosa y llena de oportunidades?
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